
Los copas están hechas de madera de nogal negro, aportando calidez estética y acústica, mientras que componentes metálicos como el acero de manganeso y la aleación de zinc brindan robustez estructural. El armazón incorpora una diadema autoajustable que distribuye la presión de forma uniforme, y almohadillas de terciopelo suave que envuelven los oídos con textura y confort, minimizando fatiga aún tras muchas horas.
El corazón del 109 PRO está en su driver dinámico de 50 mm con un diafragma compuesto dual: polímero recubierto de berilio, fibra de carbono reforzada con celulosa, y un estabilizador de aleación cobre-zinc que reduce resonancias y distorsión. La estructura se completa con un marco de aluminio mecanizado por CNC, lo que garantiza rigidez, estabilidad y mínima deformación bajo tensión o uso prolongado. El diseño abierto permite una escena sonora amplia, aireada, con espacialidad y detalle, proyectando voces, instrumentos y ambientes con claridad envolvente.

En cuanto a desempeño, su impedancia de 40 Ω y sensibilidad de 112 dB SPL/mW los hacen relativamente fáciles de mover, incluso con fuentes portátiles, aunque se benefician de buenas etapas para exprimir todos los matices. El rango de frecuencia extiende desde 5 Hz hasta 30 kHz, lo que abarca tanto las profundidades del grave como los agudos más sutiles.

Están pensados para durar: piezas reemplazables, cables desmontables en distintas longitudes, adaptador para jack de 6,3 mm, y un estuche rígido incluido para conservarlos y protegerlos durante transporte. Son una inversión para quien valora tanto la fidelidad acústica como la artesanía y la durabilidad.
